03 noviembre 2005

Viajar


Me gusta viajar. Lo irónico del asunto es que he viajado muy poco, a decir verdad. Hasta cierto punto me averguenza tener que admitir que solo conozco completamente el sur de mi bello país. Del norte, estuve un solo día en Santiago de los Caballeros, por la boda de un amigo. Del este, hasta Bayahíbe. Aún así, me fascina viajar. Me gusta la carretera, conocer lugares diferentes, personas nuevas con experiencias muchas veces increíbles, cuyo trayecto de vida ha estado lleno de mal pasares. Han sido mis viajes por el sur la principal influencia en mi forma de pensar, de ver el sistema. Estar en contacto con toda esa pobreza, esa gente olvidada por nuestros todopoderosos políticos. Escuchar las propias palabras de esas personas, es lo que me hace preguntarme constantemente por qué nuestro mundo es tan injusto, tan cruel con los más necesitados.

Reconozco que estas experiencias me han marcado de por vida, que nunca las olvidaré. Recuerdo como una vez, en 1994 ó 1995, mientras salíamos de Neyba hacia Duvergé, en un día lluvioso, nos encontramos con una joven mujer que había dado a luz la tarde anterior, y que fue despachada del Hospital, sin contemplar lo peligroso de la situación, en vista de la lluvia, para la criatura. Que inconcientes son nuestras autoridades, es como si vinieran de un pueblo fantasma de gentes sin almas, sin sentimientos, fríos como las noches de diciembre en San Juan de la Maguana. Recuerdo también una ocasión en que mi padre y yo salíamos de Las Matas de Farfán hacia San Juan, a eso de las 9 de la noche, y conocimos una joven madre que por quedarse dormida en la guagua, la dejaron allí, y a quien regresamos de vuelta a San Juan, y cuya niña, de unos tres años de edad, perdió toda la movilidad del cuello hacia abajo durante una reunión familiar en el patio de la casa de la joven madre, a causa de un aguacate que cayó sobre la frágil cabeza de la niña. Para algunos son simples accidentes, para otros son el resultado de una decisión inconciente tomada antes de tomar el cuerpo, la cual nadie parece recordar. Para mi simplemente son sucesos terribles sin justificación alguna, y quisiera algún día encontrar la razón, el por qué de los mismos.

Pero no todo han sido malas experiencias. Me emociona mucho viajar porque he conocido muchos lugares sorprendentes de este pedacito de tierra, y sé que me quedan muchisimos más por descubrir. Siempre siento nostalgia por mis viajes pasados, por los paisajes vistos, por las playas. Recuerdo siempre con como me fascinaba venir a la capital los días lluviosos, para mi era más hermosa así. Cosas de muchachos. Ahora que estoy un poco crecidito, veo que no es para nada hermosa nuestra capital los días que caen dos gotas de agua. Veo como se inundan las principales calles de la ciudad, he disfrutado de la maravillosa experiencia cuasi orgásmica de tener que tomar un carrito público empapado de agua, con los cristales arriba y sin ninguna ventilación, una experiencia extraordinaria. Disfruto mucho los fines de semana, cuando tengo que irme a Azua a visitar los viejos, cada viaje, cada vez que tomó la carretera, es como si fuera mi primer viaje, a pesar de que no hay mucho que ver en el trayecto, pero aún así los disfruto. Sencillamente genial.

Espero con ansias el día que pueda irme finalmente a Suecia, mi paraíso soñado, el país donde debí haber nacido. Mientras tanto, seguir disfrutando mi país, antes que nuestros políticos le coloquen algún impuesto a los viajes.

3 comentarios:

alfonso dijo...

te esperamos por alla....

Anabelle Pérez dijo...

A mi tambien me encanta viajar. Me faltan muy pocos lugares de mi pais por recorer. Bienvenido por estos lares. Te reiras mucho, sentiras nostalgia, alegria, tal vez un poco de pena... pero te gustara.

Pedro dijo...

Gracias Belle. De hecho me siento muy a gusto en este mundo de los blogs, y al encontrar tanta gente que piensa diferente, gente que no es IGNORANTE.