19 junio 2006

Second Chances

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Parado en la ventana, mirando la pared del edificio de enfrente, como su personaje favorito, ante sus ojos desfilan los errores cometidos, las oportunidades perdidas. Se dice que cuando se está a punto de morir, los recuerdos pasan tal cual una película. Pero el, un invididuo que se enfermaba poco, estaba perfectamente saludable. Había encontrado en la soledad una aliada natural, y era esa misma soledad, a la que tantos le temían, la que había hecho propicia la ocasión para reflexionar.

El poseía la certeza de que debemos sazonar bien las palabras, porque era muy probable que tuvieramos que volver a tragarlas. Pero había sucedido nuevamente. Ya estaba cansado de cometer tantas veces el mismo error. Ya estaba hastiado de arruinar momentos, de esos que difícilmente vuelven a repetirse en la vida. Pero había tropezado nuevamente.

Carecía de las palabras precisas en el momento adecuado, aunque se sentía orgulloso de una honestidad casi imposible de conseguir estos días, a pesar de que muchas veces no le servía sino para arruinar cosas. Daría lo que fuese por cambiar eso, dejar atrás esa incapacidad para hacer que los buenos momentos fueran más prolongados. La distancia reinante le hacía sentir impotente.

Tantas veces había tropezado con la misma piedra, pero aún no conseguía levantar el pie al repetir el camino. Pero se sentía merecedor de una segunda oportunidad. Creía firmemente en ellas, porque es de los humanos cometer errores. Ya solo esperaba que ella le comprendiese. Que le perdonase esa indelicadeza cometida en nombre de la honestidad. Solo le restaba esperar.

A I.V., por los malos ratos.

16 junio 2006

Metaliquito Man

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Es cool vestirse como “Metal”. Uñas pintadas de negro, Converse sucios y rotos, jeans negros, t-shirt de Iron Maiden, sombras en los ojos. Es cool ser diferente, llamar la atención. Se siente bien ser reconocido, que todos te miren, ser la comidilla del pueblo. Pero Metaliquito man no entiende algunas cosas. Metaliquito man está desconectado de la realidad. Metaliquito se ha criado solo. Papá es policía y lo han trasladado para Jimaní; mamá es profesora y da clases en el campo, por lo que siempre llega tarde. Mamá no se preocupa mucho porque entiende que Metaliquito es un hombre hecho y derecho, que puede valerse por si mismo.

En el pueblo de Metaliquito el operador local de cable ha colocado Mtv. Ese es su punto de partida, se comienza desde abajo, y luego se va conociendo grupos más duros. A sus amigos también les gusta el nuevo “way”. Empiezan las reuniones en el parque del pueblo a comentar sus gustos musicales. Con el paso del tiempo aparece el “wannabe” que se muda a la capital y conoce otros metaliquitos en la UASD. La próxima vez que regresa al pueblo, le comenta a sus compañeros el descubrimiento de mejores grupos, gracias a los metaliquitos con los que toma clases. Comienzan las cosas a profundizarse, el deseo de seguir conociendo más grupos, de meterse cada vez más en el lado oscuro. Se plantean las posibilidades de realizar ritos, de jugar con lo desconocido.

Metaliquito man no entiende las implicaciones de su proceder. Metaliquito man no entiende que hay fuerzas superiores, que hay algo entre nosotros, y que ciertamente no es muy agradable de ver. Metaliquito man cree que por el hecho de escuchar Iron Maiden, Metallica y algunos otros grupos, ya está en el tope. Pero esos grupos son solo la punta del Iceberg. Hay más, como Slayer o Deicide que son palabras mayores. Metaliquito man no tiene la más mínima idea del significado de las canciones en latín de Rhapsody.

Metaliquito man es un “chivito jarto ‘e jobo”. Es un novato en toda la extensión de la palabra. Metaliquito man no sabe hacia donde está dirigiendo su vida. Metaliquito man no escucha consejos. No le basta que le relaten experiencias de otros metaliquitos que salieron a tiempo de la trampa. Metaliquito man cree que el es cool. Metaliquito man no quiere comprender que no se puede jugar con fuego, porque después vienen las pesadillas.