Han pasado ya doce años. Doce largos años de soledades infinitas en las desesperantes noches de la selva Lacandona. Doce años de lucha constante, de justicia poética, de la pipa iluminando oscuridades abismales al compás del cantar de los grillos. Doce años de devorar libros cuando se puede. Doce años de defender nuestros ancestros, nuestro origen, nuestra historia. Doce años de tratar de borrar de una vez por todas 500 años de colonialismo español, que no en balde nos han hecho cobardes dice Silvio. Doce años en los que hemos disfrutado de la presencia de Durito. Doce años que han parido páginas y páginas de protesta, de esperanza, de soluciones que los de arriba no toman en cuenta. 12 años que han probado el inmenso poder de las palabras. Doce años de pasamontañas. Doce años de correspondencia con escritores, cantautores, correspondencia esta que ha fecundado hasta canciones.
“Perdonen las molestias, pero esto es una revolución”
Aquel 1 de enero de 1994, mientras el ejercito zapatista tomaba la Plaza de Armas de San Cristóbal de las Casas, un grupo de turistas comenzó a preguntar si podían seguir su camino, que deseaban ir a Palenque, a lo que el Sub respondió: “Perdonen las molestias, pero esto es una revolución”. Que maneras de contestar.
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