Reflexiones

Se extingue un año más. Llega el momento de las reflexiones, de mirar atrás, de sopesar. La mayoría de las personas hacen sus reflexiones exclusivamente en esta fecha, yo me paso el año entero sacando cuentas de lo aprendido, de los errores cometidos, y ahora, recapitular completamente lo vivido durante el año que agoniza. Miro atrás y sonrío; me alegro de las cosas buenas que pasaron, aprendí lecciones de cada mala situación que me tocó vivir, especialmente a partir de agosto.

Por momentos me entraba una ansiedad enorme, a punto de quedarme loco. Me presioné al límite, no calculé bien antes de realizar determinadas cosas. A momentos me sentí que no iba a terminar, que por el contrario los problemas se hacían cada vez más grandes, o adquiría otros. Viví momentos amargos, estuve sumergido en deudas más allá de mi capacidad de pago, pude diferenciar los verdaderos amigos de aquellos que solo están con uno por conveniencia. Necesité una mano, alguien que compartiera conmigo breves instantes, que solo me escuchara, con eso me bastaba. Pero recibí la confirmación de que solo puedo, de que no necesito de nadie.

En esos momentos terribles también tuve quien con palabras me apoyara. Estuvieron presentes unos cuantos amigos y amigas, que a pesar de la distancia, a través de correos, de conversaciones por Messenger, me dieron aliento, me animaron a seguir, a no rendirme. Reconfirmé amistades, algunas crecieron mucho más.

Todo empezó bien, de maravillas diría yo. En enero cambié de trabajo y pude cumplir la meta que me había impuesto de comenzar febrero en otro trabajo. Ya tenía 3 años en la firma de auditores y todo se había vuelto monótono, muy mecánico. Ya deseaba salir y lo logré. Trabajé por cinco meses en uno de los lugares más maravillosos del país. Fue un cambio incomodo al principio, pues tenía que viajar día por día hasta Boca Chica, pero tenía sus recompensas. Almorzaba en la playa. No importaba si estaba mala la comida, todo se resolvía con una coca cola, panecillos con ajo y quedarme ahí, mirando el horizonte, disfrutando la playa. Pero lo bueno no dura por siempre.

Estuve un mes “desempleado” supuestamente, pero ese mes lo pasé haciendo un trabajo de la firma para la cual trabajé. Salí con las puertas abiertas. El 15 de junio comenzaría mi martirio, cuando comencé este nuevo trabajo, del cual me arrepiento. No me gusta para nada, me siento mal en el, pero es lo que hay ahora, ya veremos después de enero que aparece.

Se va el año señores. Comenzará otro. Pero salgo de este con la frente en alto. Con más paciencia. Con más humildad. Más centrado. Una persona totalmente diferente. Aprendí a llevar la vida con más calma. A no presionarme, a aceptar las cosas tal cual vengan. Aprendí a priorizar más. A no preocuparme mucho por las cosas. Aprendí a pelear menos, a discutir menos con las personas. Miro atrás, sonrío nuevamente, por todo lo aprendido, por todo lo visto.

Comencé en el mundo de los blogs, y me he sorprendido. He visto que todavía queda gente buena. Gente que sabe que es diferente y que disfrutan esa individualidad, que la viven día a día. Que te aceptan tal cual eres. Tengo que agradecer a todos aquellos que leen las estupideces que escribo. A aquellos que están pendientes. A aquellos que visitan mi espacio personal con frecuencia. Gracias mil por compartir conmigo sus vivencias, por haberme robado más de una sonrisa cuando leo sus cosas jocosas en momento de aburrimiento extremo, en momentos de escape laboral. Gracias a todos aquellos que estuvieron, que confiaron en mi, gracias a los que no estuvieron, a los que se retiraron ante la adversidad. A los que me demostraron que no eran mis amigos, sinceramente gracias. Este año ha sido como un jalón, como si me hubiese tomado alguien y me haya puesto de vuelta en el camino. Me desvié un poco, pero aquí esto otra vez. Y hay para rato. Gracias sinceras a todos mis amigos, a los bloggeros.