Debo empezar este artículo ofreciéndoles la definición que de “Ignorancia” nos da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: Ignorancia: Falta de ciencia, de letras y de noticias, general o particular. Hago esto con el fin de refrescar la memoria a todos mis lectores. Pretendo aquí hacer una radiografía de la ignorancia en las diferentes capas de la vida.
La ignorancia es un mal común presente en el diario vivir del dominicano. Se que muchos a estas alturas pensarán que no es culpa de la ignorancia como están las cosas en la actualidad, y argumentarán que es cierto, que hay “falta de ciencia y letras“, pero que esto se debe más bien a la poca, o ninguna en algunos casos, calidad de la educación de nuestro hermoso país, que es culpa más bien de Nuestra Señora la Pobreza, que es gracias a la iluminada clase política de nuestro país. Hasta aquí, pensarán algunos, no hay argumentación contra estas razones, y es justamente donde yo digo que NO. Aquí entra en la escena la “Ignorancia Supina”, que no es más que “La que procede de NEGLIGENCIA en aprender o inquirir lo que PUEDE y DEBE saberse. Esa definición es el pilar de este artículo. Partiendo de esta, procederemos a nuestro análisis de la ignorancia en algunas esferas de la vida dominicana, a saber: La política, la educativa y sobre todas ellas la personal.
Considero prudente comenzar con la personal, la particular, por considerarla la primaria, desde donde parten todas las demás categorías. Desde que tengo uso de razón he observado con mucho detenimiento como los dominicanos dejamos de hacer o aprender cosas por considerarlas difíciles o hasta estupidas en algunos casos. La naturaleza del dominicano es estar bien “yo primero”, no me importan los demás, solo quiero aprender o hacer cosas que me produzcan dinero, que me den comida, que me provea para el ron y los cigarros, y es precisamente aquí donde yace la raíz del problema. Tenemos la suerte muchas veces de conseguir ese trabajo, ese medio de vida, y nos olvidamos de lo demás, estamos conformes, tenemos lo que necesitamos. Si estoy bien de este modo, no hay razón alguna para seguir más adelante, para desarrollar nuestro intelecto. Estamos por ende, ignorando las cosas buenas que con un poco de esfuerzo podemos conseguir si decidimos dar ese paso adelante. Comienza aquí la ignorancia a consumirnos. Para qué aprender inglés si nunca voy a ir a Estados Unidos? El francés es para locos? Yo estoy bien así, dejame tranquilo; mientras no me afecte a mi, no hay problemas (porque encima de todo somos también egoístas, pero les prometo analizar esto más adelante). Entonces se crea una haraganería intelectual, se embota nuestra mente.
Cuando estamos en la escuela, especialmente en el bachillerato, y cuando entramos a la universidad, comienza a manifestarse esa haraganería intelectual. A los dominicanos no nos gusta leer, no nos gusta investigar. Si nos ponen una tarea, un trabajo de investigación, nos circunscribimos solo a los puntos señalados por los maestros, con esto es suficiente. Es considerado como una carga el hacer este tipo de cosas, aún tengamos el tiempo disponible para ello. La educación es la base del progreso. Si no nos educamos bien, como podemos educar nuestros hijos mañana?. Ahí radica parte del problema. En la mayoría de los casos, nuestros padres son victima de la mala educación, aunque debo admitir que gracias a las buenas costumbres que transmiten a sus vástagos, los motivan a seguir adelante. Esta el problema de los maestros de la educación primaria, tan deficiente como la energía eléctrica. Aunado a esto, tenemos los malos ejemplos que nos llegan desde los cuatro punto cardinales. Tenemos el ejemplo de las meritorias megadivas, que están enseñando a nuestras hijas que todo lo que necesitas en la vida es un curso de modelaje y algún señor mayo con buenas relaciones, en algunos casos dueños, en los medios de comunicación. Están los megadivos, haciendo lo mismo con nuestros hijos, están los druglords, mostrándonos que solo se necesita ser más bravo y conseguir alguna esquina en Nueva York para hacerte rico. Están los homosexuales, llegando a nuestros hogares en horarios en que nuestros niños están frente al televisor. Este tipo de cosas están haciendo nuestra sociedad cada vez menos literata, menos culta, menos preocupada. La televisión, que debía servir como mano amiga en el proceso de aprendizaje y diversión sana, es un medio lleno de basura. Los noticieros se nutren de los escándalos, de los crímenes. Las telenovelas enseñando a nuestras niñas como ser infiel, como si esto fuera el camino a la felicidad. El imperialismo aprovechando esto para seguir vendiéndonos sus inútiles productos. Como decía Michael Moore en “Bowling for Columbine”, están creado una sociedad más aterrada y a la vez diciendole que compre Colgate, que use Chevron (esa es la idea, no recuerdo la frase tal cual, mis excusas). La falta de educación, o más bien la Ignorancia Supina, es tan latente en nuestra sociedad dominicana del siglo XXI. Tan responsable de la mayoría de nuestros males.
Los iluminados políticos, en algunos casos hay algunos burros, se aprovechan de esta situación. Y es aquí donde comienza la ignorancia política. Esas divinidades cuya morada es el “Palacio Olympus” ahí en la avenida México, se aprovechan de la poca educación de nuestro pueblo, nos engañan con una sarta interminable de promesas/mentiras, pero todo va bien. No hay voz alguna que se levante, mayormente porque muchos ignoran lo grave de la situación, o en el peor de los casos, simple y llanamente porque no nos importa. Como los proles de la maravillosa novela de George Orwell, 1984. mientras haya juegos de pelota para mirar, lotería para jugar, y consigamos para tabaco y alcohol, todo está bien. Nos da par de tres que hayan vendido el Puerto de Sans Soucí, que estén a punto de vender parte de la costa de la ciudad de Santo Domingo para una cuestionable Isla Artificial a la cual no le veo ningún beneficio real. Que estén embarcados en proyectos tan quijotescos, con el único fin de engrosar sus bolsillos con las jugosas comisiones que emanan de la asignación de estos molinos de vientos. Por qué, por ejemplo, no nos dedicamos EN SERIO a buscar formas de energías renovables alternativas, tales como la eólica, que bastante brisa hay en estos confines, porque no nos dedicamos a invertir más dinero en educación, construir dos extensiones del ITLA, para el norte y sur del país? Estamos a años luz de lograr este tipo de cosas, y por qué?...simplemente porque el pueblo es un ignorante, no levanta la voz, tiene miedo. Propongo, como sucedió en la ciudad sin nombre de “Ensayo sobre la Lucidez”, un cambio en la forma de pensar, que salga de lo más profundo de nuestros seres, destinado a dar un giro de 360 grados a la actual situación por la que atravesamos. O es que acaso se piensa la gente que no se puede lograr nada con la unión del pueblo?, como si fuéramos una sola voz pidiendo a gritos un giro?. Para finalizar, les regalo una reflexión de Winston Smith, protagonista de “1984”: “Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Éste es el problema”. Solo pido que nos demos una oportunidad, que pensemos mejor las cosas, y que nos convirtamos todos en enemigos acérrimos de la ignorancia. Todo es posible.
La ignorancia es un mal común presente en el diario vivir del dominicano. Se que muchos a estas alturas pensarán que no es culpa de la ignorancia como están las cosas en la actualidad, y argumentarán que es cierto, que hay “falta de ciencia y letras“, pero que esto se debe más bien a la poca, o ninguna en algunos casos, calidad de la educación de nuestro hermoso país, que es culpa más bien de Nuestra Señora la Pobreza, que es gracias a la iluminada clase política de nuestro país. Hasta aquí, pensarán algunos, no hay argumentación contra estas razones, y es justamente donde yo digo que NO. Aquí entra en la escena la “Ignorancia Supina”, que no es más que “La que procede de NEGLIGENCIA en aprender o inquirir lo que PUEDE y DEBE saberse. Esa definición es el pilar de este artículo. Partiendo de esta, procederemos a nuestro análisis de la ignorancia en algunas esferas de la vida dominicana, a saber: La política, la educativa y sobre todas ellas la personal.
Considero prudente comenzar con la personal, la particular, por considerarla la primaria, desde donde parten todas las demás categorías. Desde que tengo uso de razón he observado con mucho detenimiento como los dominicanos dejamos de hacer o aprender cosas por considerarlas difíciles o hasta estupidas en algunos casos. La naturaleza del dominicano es estar bien “yo primero”, no me importan los demás, solo quiero aprender o hacer cosas que me produzcan dinero, que me den comida, que me provea para el ron y los cigarros, y es precisamente aquí donde yace la raíz del problema. Tenemos la suerte muchas veces de conseguir ese trabajo, ese medio de vida, y nos olvidamos de lo demás, estamos conformes, tenemos lo que necesitamos. Si estoy bien de este modo, no hay razón alguna para seguir más adelante, para desarrollar nuestro intelecto. Estamos por ende, ignorando las cosas buenas que con un poco de esfuerzo podemos conseguir si decidimos dar ese paso adelante. Comienza aquí la ignorancia a consumirnos. Para qué aprender inglés si nunca voy a ir a Estados Unidos? El francés es para locos? Yo estoy bien así, dejame tranquilo; mientras no me afecte a mi, no hay problemas (porque encima de todo somos también egoístas, pero les prometo analizar esto más adelante). Entonces se crea una haraganería intelectual, se embota nuestra mente.
Cuando estamos en la escuela, especialmente en el bachillerato, y cuando entramos a la universidad, comienza a manifestarse esa haraganería intelectual. A los dominicanos no nos gusta leer, no nos gusta investigar. Si nos ponen una tarea, un trabajo de investigación, nos circunscribimos solo a los puntos señalados por los maestros, con esto es suficiente. Es considerado como una carga el hacer este tipo de cosas, aún tengamos el tiempo disponible para ello. La educación es la base del progreso. Si no nos educamos bien, como podemos educar nuestros hijos mañana?. Ahí radica parte del problema. En la mayoría de los casos, nuestros padres son victima de la mala educación, aunque debo admitir que gracias a las buenas costumbres que transmiten a sus vástagos, los motivan a seguir adelante. Esta el problema de los maestros de la educación primaria, tan deficiente como la energía eléctrica. Aunado a esto, tenemos los malos ejemplos que nos llegan desde los cuatro punto cardinales. Tenemos el ejemplo de las meritorias megadivas, que están enseñando a nuestras hijas que todo lo que necesitas en la vida es un curso de modelaje y algún señor mayo con buenas relaciones, en algunos casos dueños, en los medios de comunicación. Están los megadivos, haciendo lo mismo con nuestros hijos, están los druglords, mostrándonos que solo se necesita ser más bravo y conseguir alguna esquina en Nueva York para hacerte rico. Están los homosexuales, llegando a nuestros hogares en horarios en que nuestros niños están frente al televisor. Este tipo de cosas están haciendo nuestra sociedad cada vez menos literata, menos culta, menos preocupada. La televisión, que debía servir como mano amiga en el proceso de aprendizaje y diversión sana, es un medio lleno de basura. Los noticieros se nutren de los escándalos, de los crímenes. Las telenovelas enseñando a nuestras niñas como ser infiel, como si esto fuera el camino a la felicidad. El imperialismo aprovechando esto para seguir vendiéndonos sus inútiles productos. Como decía Michael Moore en “Bowling for Columbine”, están creado una sociedad más aterrada y a la vez diciendole que compre Colgate, que use Chevron (esa es la idea, no recuerdo la frase tal cual, mis excusas). La falta de educación, o más bien la Ignorancia Supina, es tan latente en nuestra sociedad dominicana del siglo XXI. Tan responsable de la mayoría de nuestros males.
Los iluminados políticos, en algunos casos hay algunos burros, se aprovechan de esta situación. Y es aquí donde comienza la ignorancia política. Esas divinidades cuya morada es el “Palacio Olympus” ahí en la avenida México, se aprovechan de la poca educación de nuestro pueblo, nos engañan con una sarta interminable de promesas/mentiras, pero todo va bien. No hay voz alguna que se levante, mayormente porque muchos ignoran lo grave de la situación, o en el peor de los casos, simple y llanamente porque no nos importa. Como los proles de la maravillosa novela de George Orwell, 1984. mientras haya juegos de pelota para mirar, lotería para jugar, y consigamos para tabaco y alcohol, todo está bien. Nos da par de tres que hayan vendido el Puerto de Sans Soucí, que estén a punto de vender parte de la costa de la ciudad de Santo Domingo para una cuestionable Isla Artificial a la cual no le veo ningún beneficio real. Que estén embarcados en proyectos tan quijotescos, con el único fin de engrosar sus bolsillos con las jugosas comisiones que emanan de la asignación de estos molinos de vientos. Por qué, por ejemplo, no nos dedicamos EN SERIO a buscar formas de energías renovables alternativas, tales como la eólica, que bastante brisa hay en estos confines, porque no nos dedicamos a invertir más dinero en educación, construir dos extensiones del ITLA, para el norte y sur del país? Estamos a años luz de lograr este tipo de cosas, y por qué?...simplemente porque el pueblo es un ignorante, no levanta la voz, tiene miedo. Propongo, como sucedió en la ciudad sin nombre de “Ensayo sobre la Lucidez”, un cambio en la forma de pensar, que salga de lo más profundo de nuestros seres, destinado a dar un giro de 360 grados a la actual situación por la que atravesamos. O es que acaso se piensa la gente que no se puede lograr nada con la unión del pueblo?, como si fuéramos una sola voz pidiendo a gritos un giro?. Para finalizar, les regalo una reflexión de Winston Smith, protagonista de “1984”: “Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Éste es el problema”. Solo pido que nos demos una oportunidad, que pensemos mejor las cosas, y que nos convirtamos todos en enemigos acérrimos de la ignorancia. Todo es posible.